75 años de la cornada mas grave en la plaza de Pamplona

La cogida mas grave sufrida por un matador de toros y la que mas grabada ha quedado en la memoria de la feria de San Fermín ha sido la de Rafael Ortega. Ocurrió el día 8 de julio de 1950. Aquella tarde, el programa rezaba 6 toros de la ganadería de Fermín Bohórquez, para Manolo González, Manuel Dos Santos y Rafael Ortega.

La grave cogida de Rafael Ortega, torero nacido en la Isla de San Fernando (Cádiz) el año 1921 y que había tomado la alternativa el año anterior de presentarse en Pamplona (1949), se produjo en el sexto toro de la segunda corrida de feria del año 1950, el toro se llamaba “Trocador”, y pertenecía a la ganadería de Fermín Bohórquez, toro que resulto bravo y codicioso con los caballos.

Rafael, brindó el toro a los niños de la Casa de Misericordia, niños, que, por aquel entonces, residían en esta institución pamplonesa y que los ubicaban en un lugar del graderío alto de la plaza.  El diestro gaditano, empezó la faena junto a las tablas de la puerta de cuadrillas tentando a la res, y se ciñó en unos muletazos que fueron aplaudidos por la concurrencia. En uno de los pases, el toro quedo en dirección a la presidencia, con la penca del rabo cerca de las tablas del chiquero. Ortega, desde el centro de la plaza desafío de frente y con la muleta en la mano izquierda al toro bravo, que se le arrancó con fuerza. Espero erguido la arrancada, y al acercarse el toro al engaño marcó la salida rápida girando su cuerpo. El toro se venció y prendió al espada por la pierna derecha, hiriéndole de una cornada seca, lanzándole al suelo donde Ortega quedo tendido. El torero hizo un esfuerzo para levantarse, y en ese momento el toro encelado, lo volvió a empitonar por la región anal, y conllevándolo unos metros suspendidos y rígidos para lanzarlo después sobre la arena. Rápidamente Joaquinillo, su peón de confianza acudió al quite, llevándose al toro, al tiempo que su primo Paco, y Rojitas de la cuadrilla de Manolo González le taponaba con su mano la tremenda herida, siendo conducido rápidamente a la enfermería. En el trayecto, el infortunado torero herido le dijo a Rojitas y a su primo Paco: ¡Esta cornada es de muerte! ¡He sentido el golpe en el cielo de la boca!

Un reguero de sangre dejó el herido desde el lugar de la cogida hasta la mesa de operaciones, donde el torero fue depositado. Rafael Ortega había perdido mucha sangre hasta llegar a las manos de los doctores Juaristi y Armendáriz médicos responsables de la enfermería de la plaza de toros, quienes ordenaron hacer una urgente trasfusión de sangre. Los doctores, al comprobar la extrema gravedad del herido, reclamaron la presencia de un sacerdote, quien le administró la extremaunción, mientras el herido besaba fervorosamente un crucifijo.

Los doctores Juaristi y Armendáriz salvaron la vida al diestro con una operación milagrosa que ha pasado a la historia de la cirugía taurina.

 

Después de una delicada operación efectuada felizmente por los citados doctores, Ortega fue conducido a la Clínica San Miguel, siendo instalado en la habitación numero 8, mientras la cuadrilla, algún periodista de Madrid y otros locales, aguardaban conmovidos en el vestíbulo de la planta a la espera de noticias.

Galo Vierge, testigo directo de ese momento escribió en un artículo: “¡Nunca olvidare aquella noche ¡Su cuadrilla compuesta de hombres acostumbrados a desafiar a la muerte, lloraban silenciosamente, y sus lágrimas rodaban por sus mejillas como mensajes de sincero dolor! Su primo hermano Paco, en algunos momentos, no pudiendo reprimir el dolor de la desgracia, rompió el silencio de la noche con sus sollozos, diciendo al mismo tiempo; “que se muere Rafael, que se muere”. Los cigarrillos se consumían uno tras otro, entre silencios de muerte, y esperanzas de vida.”

A primeras horas de la mañana, todos aguardaban la presencia de los doctores esperando sus noticias, noticias que no pudieron ser mas optimistas, cuando estos dieron el primer parte médico, donde al parecer, el fantasma de la muerte había huido. Ortega estuvo ingresado durante diez días en la Clínica de San Miguel, que era propiedad de Carlos Juaristi con su socio el doctor Canalejo. Durante 42 años, hasta el fallecimiento de Juaristi en 1992, existió una gran amistad entre torero y cirujano.

Rafael Ortega sanó de sus heridas, y el día 19 de noviembre del citado año (1950) ya completamente restablecido, se desplazó a Pamplona para postrarse ante la imagen de San Fermín, para darle las gracias por su curación verdaderamente milagrosa.

Curiosamente, la reaparición de Ortega en Pamplona a pesar de la grave cogida, se produjo un año después de la cogida, el 8 de julio de 1951, y ante la misma ganadería, brindado la muerte de su primer toro al doctor Juaristi tal como se lo había prometido.

El médico navarro recibió innumerables muestras de agradecimiento, regalos y homenajes por parte del torero y sus allegados, como el de ser nombrado hijo adoptivo de la localidad de La Isla de San Fernando.

Ortega estuvo activo como matador de toros hasta el año 1958 que se retiró de los ruedos, para volver a reaparecer en el año 1966 y retirarse definitivamente en el año 1968. Durante estas dos etapas como matador de toros, después de la cogida, llegó a torear en Pamplona cuatro tardes más en distintas fechas por las fiestas de San Fermín.

En mayo de 1997, Rafael Ortega visitó Pamplona para rememorar 47 años más tarde aquella histórica cornada. Diario de Noticias, a través de su cronista taurino, Manolo Sagüés, el domingo 18 de mayo del aludido año, hizo un bonito y amplio reportaje, con interesantes fotos, tanto de la época de la cogida (cedidas por la familia Juaristi), como la de su estancia en Pamplona.

En aquella visita, Ortega vino acompañado de su mujer y de sus hijos, que, junto con la familia de Juaristi, comieron todos juntos en el Club Taurino para a continuación acudir a la plaza de toros y visitar varias dependencias como el ruedo y la enfermería, donde al ver esta dijo: ¡“Ahí fue donde yo volví a nacer”! Ese mismo año que Rafael Ortega visito Pamplona (1997) el destino quiso que el día 18 de diciembre, falleciera a la edad de 76 años.  

 

 

Cecilio Vierge

Bibliografía fundamental: Galo Vierge

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