— Oiga, ¿me permite que le haga un comentario?
En medio de la algarabía de la salida a hombros del rey y los tortazos entre sí de los capitalistas, el escritor se giró en su localidad para observar a la propietaria de la mano que le tocaba el hombro y lo interpelaba. Era una gran señora navarra, con un traje blanco tan impecable como lo sería su vida entera.
— ¿Usted por qué está protestando tanto? Pero si Roca Rey ha toreado tan bien, de dos orejas…Le llevo observando con mi hijo…, es que le veo con el pañuelo del Club Taurino y tomando notas… le he dicho a mi hijo que espere porque se lo voy a preguntar.
San Fermín 2023 ha supuesto el retorno a la cadencia anual de una fiesta que no tiene igual. La gigantesca burbuja pandémica que nos envolvió a todos ha sido volatilizada por la ebullición de brotes sucesivos de normalidad. La preferia fue magnífica, con un renovado interés por los abonos y entradas sueltas frente a un magma antitaurino en evidente retroceso. Sin embargo, la Feria del Toro se reencontró con sus viejos enemigos internos, camuflados ellos en esa arena que tan bien se cuida.
El 7 de julio del Patrón aspiraba a ser una singular reiteración exitosa pero la feliz idea no llovió. La ilusión generada en la afición sanferminera por La Palmosilla es ya historia, pero historia verdadera y grave error es considerar un fracaso a lo que realmente es una desilusión. La burbuja emocionante de Rafaelillo citando nuevamente de rodillas en la arena de Pamplona pasó fugazmente inadvertida a la plaza, tal y como su habilidosa estocada al primer y flojo palmosilla. El maestro murciano no ha tenido en esta feria cogidas ni éxito, aunque no debe dudar del cariño del difícil público pamplonés. Al maestro Escribano la moneda le salió cruz en los segundos tercios que habitualmente protagoniza, donde corretear por el ruedo es indecoroso y un error de lidia, aunque haga gracia al respetable. Vimos al quinto palmosilla Aspirante tan buen toro como sus primos que dejaron huella: el fin brusco de sus embestidas se puede explicar por una banderilla clavada involuntariamente en la región antero-superior del brazuelo que pudo penetrar en cavidad cardiovascular. El espectacular sevillano consiguió templar una bella tanda a derechas con Aspirante antes de su ahogamiento y no podemos exigir otra cosa a este torero, también poseedor del aprecio de los tendidos de Pamplona. El mexicano Valadez volvió a mostrar en nuestra plaza los altos vuelos de su capote, aunque no nos recreó la maravilla de 2022; se equivocó en el manejo de los terrenos de lidia con sus dos palmosillas pero justificó en todo momento su segundo anuncio en la Feria del Toro, concluyendo con manoletinas de rodillas. Si hubieran sido figurones los actuantes en el paseíllo del Santo, no dudamos de que hubieran bailado los pañuelos en el palco.
La ganadería Escolar parece haber adquirido carácter canónico en nuestra feria. La decisión de la Junta Taurina de la Casa de Misericordia ofrece una visión terapéutica integradora sobre la histórica ausencia de la casa Victorino: los únicos realmente imprescindibles son los animales y estos están. El maestro Fernando Robleño fue un torero de verdad al intentar dominar por bajo a Cumplidor, un escolar que de salida quedó encampanado en la mitad del ruedo tras rematar en burladeros. No vimos defecto en el maestro durante el lance sino acierto de un toro peligroso que tuvo una lidia incompetente en los dos primeros tercios, donde Fernando Sánchez puso un grandísimo par de poder a poder y no entramos en contradicción. Tras la cogida siguió una masacre atómica en varas que observamos dentro de una burbuja de congoja y comprensión. Juan del Álamo cumplió con seguridad, oficio y sin arte, cortando una oreja al tercero Camorristo, el único escolar boyante del encierro. Bajo un ruido sanferminero ensordecedor, el debutante Borja Jiménez se jugó el físico y obtuvo nuestro aplauso derrochando ser y valentía, cruzándose de pitón a pitón frente a toros de Pamplona. En las supremas se empleó solo con lo segundo y su suerte fue acabar herido leve. Le deseamos lo mejor, así como mayor serenidad, atrasar la mano derecha y bajar más la izquierda. Su vuelta al ruedo se escribió con mayúsculas y debería ser más recordada que muchas de las orejas cortadas. En el vocinglero e inigualable coso centenario se oyeron cánticos populares inimaginables para las generaciones que se han hecho maduras en él, los cuales ejercían de ignorante sepultura a la triste efeméride cosida durante los últimos cincuenta años al día 8 de julio.
En la carrera matinal del día 9 unos bondadosos cebadas sueltos nos ahorraron sus tradicionales cornadas sangrientas y fue el preludio del festejo vespertino, donde los cebaditas cebados (el quinto Perezoso llegó hasta los 610 kg), no mostraron su mítica fiereza y de su casta solo salieron peligrosos tornillazos. Los tres toreros superaron a sus enemigos con arrojo torero aunque sin ofrecer mérito extraordinario alguno. Adrián de Torres aprobó su examen particular de Pamplona matando al encuentro a su primero y sin reconocimiento popular por la lentitud en morir del animal; es ignorancia popular que en esta suerte no es demérito del torero una deficiente posición de la espada. El jienense incluso se vino arriba en valentía en su segundo y pareció soñar la eterna impronta del Monstruo en sus manoletinas finales pero cuando las faenas al hilo del pitón no terminan con las grandes estocadas que asestaba el genio cordobés, el final no es el mismo. Román mantiene una voluntad sonriente y valiente por la que sigue cosechando el aprecio de Pamplona, bregando contra unos cebadas que este año le huían a los terrenos del sol y donde no supo o no quiso matarlos como bien sabe. Fonseca consiguió ganar una desproporcionada pero legítima victoria en la arena merced a poner toda su carne en el asador de los Cebada. El mexicano es un torero con valentía y ambición sin límites que desea conquistar Pamplona más que nadie, tal y como quedó de manifiesto en su visita a nuestro Club. Fonseca puede inspirar la versión en pasodoble de la canción hollywoodiense The eye of the tiger. La determinación del azteca no tendrá más frontera que el triunfo o la cornada. Le deseamos un poco de reflexión para el aprendizaje por evitar lo segundo y triunfos con cabeza y de auténtico cuajo, pues la historia de sangre y arena de la tauromaquia está escrita hace muchos siglos. Finalmente, compartimos la opinión de nuestro jurado de banderillas en su reconocimiento a los extraordinarios pares colocados por Juan Carlos Rey, de fuera a dentro con toro parado, al sexto Cantanero.
La historia brava de Fuente Ymbro en la Feria del Toro volvió a descender un peldaño anual, aunque no dudamos que desde Cádiz vino a Pamplona la cabecera de camada. Los poderosos toreros actuantes no desaprovecharon tanta facilidad enemiga y se dio el pistoletazo a los triunfos populares en la Feria del Toro 2023. Al inteligente Perera le reconocemos que su superlativa capacidad técnica con la muleta es más difícil de lo que parece, acompañando sin torear las embestidas jugando con la pierna contraria al futbolín. Bajo la merienda, desorejó a su encastado segundo Pelícano. Luque no toreó profundo en ningún momento pero se colocó y templó mejor que los demás frente a los más difíciles del sorteo. Sentimos mucha pena observando a un torero serio que se rige por el canon clásico como Ginés Marín, dando pases arrodillado y expulsando continuamente al toro con el pico. Al maestro gaditano le tocó un fuenteymbro encastado, el 6º Retama, con el que dio sabor final a la insipidez. No ha habido ninguna gran estocada en la feria, pero en este festejo tuvimos la burbuja afortunada de contemplar seis estocadas enteras en la primera suerte, lo cual siempre engrandece a la Fiesta. Las fotos son una prueba de la ejecución y colocación de las estocadas para cotejo del aficionado, las cuales adjuntamos como mejor homenaje a los toreros y a los fotógrafos respectivos. No encontrará el lector la segunda del maestro Perera, la cual no hemos encontrado en nuestro afán. En este festejo volvió a verificarse la curiosa tradición de la plaza de Pamplona de que el que mejor torea sale a pie.
La corrida del Núñez Del Cuvillo nos acabó quitando el sueño por la escasa planta de varios de los toros que salieron a la arena. El festejo fue precedido de una expectación y reventa como hacía mucho no se daba en Iruña. Morante acudió a Pamplona convaleciente de una lesión y nos ofreció en su primero reflejos de su arte inimitable. El maestro se desconcentró en su segundo y finalizó su actuación mostrando su cara indolente de metisacas asesinos. Pese a todo, es excelente que la Santa Casa y Morante de la Puebla hagan un concordato, para que los fieles morantistas pamploneses puedan comulgar. « Se torea como se es», sentenció para la posteridad Juan Belmonte. Morante y Roca Rey torearon como son ellos pero Talavante cometió el error de querer ser Roca Rey. En todo caso, la actuación del extremeño mereció mayor reconocimiento por las alegres masas sombrías de nuestra plaza. Talavante tuvo una buena actuación ante las cortas embestidas de sus descastados oponentes, con la mejor izquierda y la mejor estocada de la tarde, pero intentó imitar a Roca Rey y así fue su fracaso, porque en Pamplona no triunfa la interpretación sino el carisma. La indignante burbuja de Roca Rey brindando un bóvido liliputiense a Pamplona tuvo su cruel epílogo en la petición final de rabo por las alegres masas sombrías. Cierta fue la valentía del peruano, la calidad de su muleta con su derecha, la armonía de la faena y la estocada final, pero un rabo ante semejante bicho y con una izquierda vulgar hubiera sido un disparate. El segundo regio fue otro ejemplar con hechuras de novillo que se mostró incierto durante la lidia y su majestad no quiso jugarse el cuerpo ¡Pero qué inteligente es el peruano! El rey abrió el frente de las peñas y consiguió que le hicieran caso hasta los irredentos que pagan religiosamente para estar todos los festejos de espaldas. La fiesta del tendido de sol cantó a Roca Rey como en las mejores tardes, aquellas en las que sus valientes ídolos triunfaban frente a toros de imponente trapío en la gran Feria del Toro de Pamplona.
Los jandillas son inseparables de Pamplona y los premiados de este año fueron tan dispares como la terna que se les enfrentó. Al inefable Ferrera con su capote verde de Pamplona, primero le tocó el único toro de la feria en el que vimos fiereza. Supo ocultar a los tendidos su temor con el infame recurso lidiador de la noria, liquidando al enrazado burel con un metisaca criminal. El mallorquín estuvo insulso con su segundo, con mitin incluido a espadas, aunque se le despidió con aplausos por su glorioso pasado en esta plaza. El inevitable Juli volvió a emocionar a una plaza que está con él porque nunca les falla, aunque siempre les ofrece la misma receta ante el mismo encaste. Los ojos de águila del veterano maestro madrileño no perdieron la presa que le salió por chiqueros: un quinto Torbellino, de bravura domecq pata negra, con embestidas tan incansables como nobles, el cual fue desorejado con patatas a la juliana. Cayetano, amor fiel de nuestro público, desplegó este día 12 una tauromaquia deficiente y su destino parecía ser compartir el burladero de la derrota con Ferrera. Sin embargo, el nieto de Antonio Ordóñez posee la estrella familiar y supo revivir con valentía al más puro estilo pamplonica: sentadas, rodillazos, arrimones y carantoñas con las peñas; el Santo también lo quiere porque le mandó su burbuja en forma de un enganchón en el tiempo exacto para encender una vez más el idilio con Pamplona.
Los Victoriano fueron los toros de la feria que, en conjunto, lucharon más con los caballos, aunque el desastre en la ejecución de los tercios de varas, desaparecidos en la mayor parte de las lidias de esta feria, ofrece una triste relatividad en este aspecto. De Justo no mostró disposición para triunfar en Pamplona y tuvo una actuación timorata con sus dos toros: al primero lo paró ordenando una vara salvaje y al segundó lo quebró con una retahíla de medias verónicas en el primer tercio. Nos tememos que la gravísima lesión de Madrid haya deparado secuelas definitivas para este diestro. Roca Rey no solo ha conservado su corona en Pamplona sino que ha fortalecido su autoridad real en nuestra plaza, a pesar del tipo de enemigos que ha tenido en la arena, algunos de presentación indigna para la Feria del Toro. El peruano es un auténtico maestro en la tauromaquia de rodillas, tanto en elegir sus tiempos y terrenos de lidia como en la ejecución de los pases. El maestro limeño, en su segunda corrida real, se encontró con otro gran toro Domecq: Forajido, laureado a pesar de su extraño comportamiento en el caballo, al que driblaba con la cara arriba. Roca supo torear en redondo al premio Carriquiri bajo el delirio de una plaza rendida a su corona. Nos temíamos la burbuja amarga de los máximos trofeos pero Roca parece haber decidido abandonar el riesgo en la ejecución de la suprema, al menos en nuestra plaza; el peruano se quedó en mitad de la suerte y la estocada quedó atravesada, con lenta muerte del astado y desconexión de la euforia. En su segundo, sobrero de Cortés, volvió a mostrar que el cetro no se lo va a quitar nadie ni por valentía ni por teatralidad, recibiéndolo a portagayola y terminando con arrimones y desplantes ante un toro muerto de pie, al que despenó de un bajonazo alevoso. Al rey nunca le veremos torear de verdad con la izquierda ni matar miuras y tememos que tampoco volveremos a ver sus buenas estocadas de antaño, pero las musas han profetizado que va a tener un largo reinado de orejas en Pamplona. Tomás Rufo debutó finalmente en Pamplona con una disposición insuperable y con el monoencaste de los recomendados. Este aspirante al cielo terrenal de los figurones del toreo utilizó las clásicas instrucciones del kit del triunfo en la feria de San Fermín. Ahí le vimos de rodillas y arrastrando la muleta con su descastado primer toro, buscando un triunfo made in Pamplona que estuvo a punto de conseguir, tocando orejilla a la primera. El sorteo le deparó un segundo victoriano probón, de embestidas cortas, que fue el toro que más empujó al picador en toda la feria; el joven maestro toledano manejó el encimismo que aconseja el kit, ahogando y rajando al toro. Aconsejamos al maestro, cuando vuelva a torear en Pamplona, que tire el kit de figurillas a la basura y recuerde la sentencia de Belmonte, para que toree como realmente es él. Y si es un gallista, que recuerde el Ca’uno es ca’uno de El Guerra.
El final de feria nos trajo un soponcio mayúsculo de inicio, quedando nuevamente un festejo condicionado por baja de un torero. Los miuras del 14 fueron miuras, ninguno dio facilidades a los dos valientes supervivientes y ninguno ofreció especial peligro en su lidia, pero los seis fueron miuras que pueden matar. El cuarto Farandolo fue el único toro que consiguió derribar en el ciclo y fue una gran pena que no se le colocase de largo para una tercera vara que es la que vale. La tauromaquia de pelea de Leal dominó a sus enemigos bajo continuos enganchones y los mató con sus habituales estocadas a lo banzai, saltando encima de la cara del toro. El francés sufrió la burbuja de la injusticia cuando las masas sombrías no le hicieron caso alguno a pesar de que lo hacía mejor, o menos mal, que su rival coletudo en la arena. La petición de oreja para él fue minoritaria y no hubo mano de Dios ni de Sorioneku ni de Alfredo Jaime que le sacaran el pañuelo blanco en el palco. Ante la levedad del ser del público de Pamplona, Leal se enfureció y el pagano fue su tercer miura que recibió la vara más deleznable de toda la Feria, con varazos tipo ráfagas de ametralladora contra las tablas. La ovación que acabó recibiendo el francés no fue compensación para él. Colombo tuvo el exquisito detalle de recoger personalmente el premio de la Feria 2022 en el Club; so pena de ello, tenemos que escribir que en la plaza sufrimos sus duras órdenes a los picadores (a su primero lo dejaron inválido en varas), su tauromaquia de capea y el circo chabacano que monta con las peñas. Mas del espectáculo colombino recordaremos lo positivo: su actitud de entrega, el buen manejo de capote, sus estoconazos rinconeros letales y la alegría que da a Venezuela entera con su salida a hombros en la feria de San Fermín tras matar tres toros de Miura.
Escasos son los fenómenos sociales que generan tanta dualidad de atracción-repulsión como los Sanfermines. Legión son los apasionados feligreses del Santo que lo celebran con fervor, así como son multitudes las que se alejan lo más posible de Pamplona en estas fechas. Un colectivo especial son los que se rajan las vestiduras y se envenenan la lengua y la pluma con las vicisitudes de la Feria del Toro, la mayoría por ende desde la distancia física y televisiva. A ellos hay que recordarles cuál es el papel que ocupa la feria de Pamplona en la galaxia taurina. Pamplona nunca ha sido plaza de afición entendida ni defensora de la pureza del canon, este rol lo ocupan otras grandes plazas, actualmente en más grave crisis existencial que la nuestra. Pamplona secularmente ha sido plaza de carácter idiosincrásico festivo, equilibrada con ciertos elementos tradicionales de exigencia y no debe cambiar ni lo primero ni lo segundo. Las alegres masas sombrías han salido de la Pandemia con sed irrefrenable de trofeos apendiculares y sus cargas auditivas contra el palco se oyen en toda la Cuenca. Estamos viviendo el triunfalismo de Los locos años veinte. Opiniones y firmas de peso defienden la relatividad en la concesión de orejas en la plaza y no les falta razón, puesto que en la tauromaquia, en su reglamento y en la vida humana casi nada posee valor de absoluto.
Nosotros no consideramos a ningún torero merecedor de una segunda oreja en la Feria del Toro 2023 de Pamplona, pero no solo respetamos sino que comprendemos a los aficionados que pidieron el segundo apéndice a matadores como Perera o Marín; la tauromaquia es un arte y genera muy diferentes sensaciones en quienes la contemplan. La gran consciencia humana, única en su individualidad, es horadada por burbujas en continuo cambio y movimiento. En un plano superior al número de orejas esta la justicia del equilibrio en su concesión a unos profesionales que se juegan la vida, por lo que las autoridades del palco no deben dudar en intervenir con su criterio por encima de la volubilidad del público.
El árbol de la Feria del Toro podrá perder las ramas pero nunca su tronco y sus raíces. En la arena de Pamplona, bajo el incomparable bullicio irreverente de su Sol y sobre la heterogeneidad fiel de su Sombra, deben ser lidiados los mejores toros del campo bravo. Si se pierde este valor absoluto, la Feria del Toro y los Sanfermines perderán su alma en las llamas de la mediocridad.
Sobre la arena, los capitalistas volvieron a arrearse unos guantazos y Roca Rey pudo acabar estrellado en la arena, pero el peruano volvió a demostrar que es un Elegido y se mantuvo firme sobre los hombros del que ganó la batalla del gremio más humilde de la tauromaquia. Los conflictos por los reyes pertenecen a la esencia de nuestra nación. El escritor respondió a la gran señora con la delicadeza que se merecía:
— A mí no me haga caso, señora, soy muy raro. Ha hecho bien en pedir orejas porque Roca Rey ha toreado bien. Me enfado porque me parece injusto que al rey le toquen siempre los toros más pequeños.
—¡Pues lo recordaré el año que viene y, si le sacan toros pequeños, me haré republicana!
La gran señora se fue alejando, con una sonrisa, en medio de la algarabía en blanco y rojo con el rey a hombros por la Puerta del Encierro.
¡Viva San Fermín!