A las cinco de la tarde del 14 de julio, la última ilusión de los sanfermines 2024 estaba tejida a la expectante miurada. Todos los catorces de julio, las bandas de las peñas resuenan gloriosas sobre los cuerpos y almas agotadas. Es la gloria de una muerte que se sabe tan cercana como tan segura de resucitar.
- ¿Ya lo sabes, no?— Un aficionado le prorrumpió al escritor en los aledaños del Club Taurino de Pamplona.
- ¿Te habrás enterado, ya?— Otro aficionado estalló cual pompa fúnebre.
El 7 de julio del Glorioso San Fermín, los aficionados contemplamos a la entusiasta ganadería de la Palmosilla, cuyo gran éxito queda ya definitivamente derrumbado en el recuerdo. Los palmosillas fueron todos groseramente vareados pero su lucha con los caballos fue insuficiente. Bajo una plaza llena hasta todas las banderas, los tres toreros honraron a nuestro Patrón con una encomiable actitud en la arena, lo cual marcaría además la norma general de los actuantes en la Feria del Toro 2024. Urdiales estuvo desequilibrado, toreando bien y matando mal a su primero y lidiando mal y matando bien a su segundo, por lo que quedó sin premio por nuestro alegre público. Fernando Adrián se mostró como una valiente copia técnica de Roca Rey adornada de rictus julistas; es decir, un torero de su tiempo. No se mereció la oreja que le cortó a Chistoso porque su estocada fue simplemente un efectivo bajonazo. Borja Jiménez es un torero modesto que ha escalado honradamente a una cumbre de donde es muy fácil despeñarse. En la plaza de Pamplona, se jugó la vida con impulso suicida torero frente a Capitán en la suprema. No hubiéramos querido ver esta burbuja de femoral, arena y segunda oreja de compasión mal entendida, pero la vimos.
El 8 de julio, la leyenda de los cebadas corrió el encierro hasta una arena donde demostró una pérdida de casta que nos tememos irreversible. El arrojadizo galo de Almería Juan Leal está lastrado en nuestra feria por la mala suerte, así como condicionado por su falta de oficio con la espada, por lo que parece que ha llegado a la conclusión de no arriesgarse más delante del difícil público pamplonés. Su maldición de este año ha sido tener que malmatar cuatro toros. Román cumple bien pero no sabe apañar como las figuritas y solo cortó una oreja, aunque el apéndice aislado de Semillero le asegura el regreso a Pamplona. Su estocada al cebada de infausto nombre le ha hecho justo galardonado del premio del Club. Al maestro Fonseca, importante aspirante a torero de Pamplona, la moneda de sangre lanzada en esta cruel profesión le ha salido cruz. La burbuja es amarga porque, a la vista del parte médico, su recuperación plena está muy difícil.
Los Victoriano del 9 de julio cumplieron lo justo en varas con buena movilidad Domecq, capitaneados por Campanilla, de hierro de Cortés, que pisó el acelerador hasta ganar todos los premios individuales de la Feria del Toro 2024. El victoriano laureado empujó en una primera vara trasera donde lo barrenaron y no le dieron salida; tras el maltrato entró sin dudar a una segunda vara que simplemente le marcaron y dejó de empujar, matiz que hoy se juzga compatible con un premio. Antes, Esperón había protagonizado el único derribo en toda la feria, aunque no fue por poder sino por regateo al caballo, por lo que no es burbuja para recordar. Bajo un bullicio que no paraba en el cuarto día de las fiestas, Castella toreó cogitabundo y acabó derrotado, sufriendo una cogida de Pocosol. Sobre el fracaso del francés, irrumpió el éxito del entrañable De Justo, quien sí demostró saber dónde estaba y saber matar toros. El maestro cacereño practicó el toreo vulgar de nuestro tiempo y su puerta grande la debe al buen juego del premio Carriquiri. Entre los pañuelos de la sombra pamplonesa, Ginés Marín también aprobó con sobresaliente en sus formas taurinas sanfermineras, pero en el sorteo le tocaron victorianos con menos arte que le dejaron de botín solo un apéndice.
El encierro del 10 de julio fue corrido por unos Fuente Ymbro ignorantes de que iban a ganar el premio Feria del Toro. Esta ganadería en permanente evolución volvió a cumplir con Pamplona seleccionando su cabecera de camada, lo cual significa embestidas boyantes posmodernas a los trapos rojos. Los fuente ymbros fueron los domecq que más empujaron al caballo en la segunda vara y ello ha podido ser el criterio discriminante para el Jurado en el premio oficial. Roca Rey no decepcionó a los súbditos que ya le pedían la primera oreja nada más salir del burladero y su muleta regia les ofreció una emocionante primera tarde, con sus habituales rodillazos, arrucinas y arrimones ante escasamente furibundos toros. A su primero Pijotero le dio el mejor natural de la feria, sobre lo que volveremos luego. El maestro Rufo, uno de los fieles elegidos del séquito real, está triunfando en Pamplona tanto con su poderosa muleta, como por su pícara puesta en escena. A nosotros no nos engañó con el truco de llevar a su enemigo al centro del ruedo para asestar en la lejanía un pérfido bajonazo. Su adorno final con luquecinas puede indicar que su fidelidad monárquica tiene límites. El maestro Perera se ha convertido en un torero de Pamplona sin renunciar a su personalidad de torero serio, en la medida que puede ser seria la tauromaquia contemporánea. No es la primera vez que ofrece a nuestra plaza la mejor calidad de su toreo en el toro de la merienda, cuando solo unos cientos de los veinte mil contemplan el ruedo. Este festejo triunfal del 10, una vez más, nos dejó la burbuja tragicómica de ver salir a pie al matador que mejor lo hizo.
No haremos leña del escaso juego que ofrecieron los astados del día 11. La visión positiva es que pueden ser sustituidos en la próxima feria por una ganadería dura, aunque los designios de la Santa Casa son tan inescrutables como la casta Domingo Hernández. Talavante cumple con Pamplona un año sí y al otro también, sobreponiéndose ejemplarmente a la ausencia de reconocimiento de nuestra masa sombría. La burbuja torera de la tarde fue su estocada al encuentro al cuarto toro, dedicada a los escasos ojos aficionados. Al parecer, el Santo ha propiciado una ruptura sanferminera del hielo entre Roca y Luque, pero esta contingencia no dio suerte al maestro de Gerena, quien no logra conectar con nuestro inefable público. En su contra diremos que le sobra teatralidad y a su favor que le tocó lidiar con la bola negra en el sorteo. La meritoria e interesante lucha de Luque con el quinto Ostentoso, toro enrazado en defensivo, pasó inmerecidamente invisible. Iván García fue reconocido con el premio del Club tras dos grandes pares de banderillas a Loquito. Ortega es un torero de moda y se le contempló con más atención que a otros en el tendido blanquirrojo. El empaque del maestro sevillano se estrelló con la falta de casta de su primer Genovés, al que mató de una gran estocada a la segunda. Su segundo Lunático también desarrolló fuerte instinto defensivo y Ortega no pudo con él, aunque el maestro perseveró en una brega tan armónica como equivocada en los terrenos.
El día 12 seis jandillas corrieron nuevamente el Encierro de Pamplona, sin sobresalir en trapío ni en casta. Cayetano perdió demasiado rápido la seguridad en sí mismo, tras quedar al descubierto en un natural por su primero, naufragando progresiva y desconsoladamente en el festejo. So pena de su pobre papel, sigue siendo un torero muy querido en Pamplona: se le pidió una primera oreja y se le aplaudió a la salida. En su segunda tarde, el inteligente peruano cambió el guion que no la espectacularidad de su tauromaquia y volvió a emocionar a un público que lo adora. El rey practica también la burla llana, pero a nosotros tampoco nos engañó con sus taimados aplausos al primero por su lenta muerte, que no fue por bravo sino por estocada deficiente. Todo parece indicar que el número uno evita usar un descabello que muy graves problemas le ha dado esta temporada. Tan cierto es que la plaza de Pamplona ha encontrado a su nuevo ídolo como que los toros reales que le tocan en suerte no son de los que dan miedo. El limeño es quien mejor sabe que aquí se le jalea lo que se le silba en otras partes y el amor ya es mutuo, sellado con besos a la arena pamplonesa. Morante respetó a Pamplona no acudiendo sin condiciones para ello y La Santa Casa acertó con la solución. Aguado triunfó personalmente en Pamplona, a pesar de habérselas con los dos jandillas más complicados de la tarde. El maestro sevillano cautivó a público y aficionados con un temple extraordinario, pero nosotros no compartimos la sobredimensión crítica asignada a sus faenas porque no acabó de domeñar a ninguno de sus dos toros. Templar una muleta al hilo del pitón sin rematar los pases no es torear sino acompañar y, afirmamos, que el único natural de la feria que vació la embestida del toro para dejarlo vencido corrió a cargo de Roca Rey, como apuntamos en el día 10. No existe una única verdad absoluta para contemplar la tauromaquia y eso la hace más grande todavía. En este día pudo contemplarse la única vara de la feria colocada en su sitio correcto, a cargo de Sergio Molina en la primera vara al quinto; sin embargo, tapó la salida al burel y lo barrenó, por lo que todo fue un espejismo. A mayor abundancia de este día 12, el palco nos dejó la burbuja de la justicia midiendo correctamente la concesión de orejas, demostrando que la mejor de las verdades es compatible con la Feria del Toro. Proponemos crear un nuevo premio: el mejor presidente de la Feria.
Las dos últimas tardes de San Fermín 2024 quedaron para los encastes que rechazan las supuestas figuras de hoy. El día 13 salieron a la arena de Pamplona unos impresionantes escolares que dieron miedo a los coletudos, aunque ninguno hizo sangre ni fue alimaña. En el conjunto del ciclo, fueron los que empujaron con más fuerza a los picadores, sufriendo los varazos más salvajes de la Feria. Rafaelillo es un torero de otro siglo, que lidia bien solo con las piernas y mata bien y por derecho. Ahorró, a una plaza que le quiere, el verlo cogido de nuevo. El torero legionario Gómez del Pilar sufrió un duro fracaso en esta feria, pero se merece tener nuevas oportunidades en las que deberá abstenerse de masacrar a sus enemigos en el otrora tercio de varas, hoy de lanzas. Su banderillero Víctor del Pozo intentó poner el par de la feria al quinto Toledano, con un cuarteo inverso hacia atrás en el centro del ruedo, resultando cogido sin consecuencias ¡Gracias, San Fermín! Juan de Castilla tuvo la oportunidad de su carrera con los dos mejores escolares, un tercero que era noble y un sexto que era fiero. El maestro pudo con su primero Escribano pero solo hizo tablas con su correoso segundo Palomito, perdiendo el órdago en la suprema, cuando la Colombia taurina más lo necesitaba. Los tres valientes toreros tuvieron nuestro aplauso final, mientras una gran burbuja de aficionados se complacía por haber visto una corrida de toros.
El festejo del 14 estuvo enrarecido por la coincidencia con la final de la Eurocopa, aunque fue escaso el público que el fútbol restó a la plaza. Las luces del festejo de una descastada camada miura las puso el veterano Ferrera, auténtico torero de Pamplona. Ofreció detalles artísticos con su capote verde e intentó en el cuarto toro hacer el quite de oro para la minoría selecta de la plaza, a la que dedicó una estocada final al encuentro, aunque la espada cayó baja. La burbuja negra de la tarde fue el sujeto vestido de luces que descalabró en el burladero al que probablemente era el miura más interesante de la tarde. Escribano tuvo en el pecado su penitencia y como no apuntó propósito de enmienda, lo volverá a hacer. Colombo perseveró en su tauromaquia chabacana, en sus estoconazos rinconeros letales y en sisar a un presidente incompetente orejas a pares, aunque compartimos la alegría de la Venezuela popular taurina.
San Fermín con su Feria del Toro es la mejor fiesta del universo que evoluciona girando con la sociedad en la que se incardina. En los locos años veinte que estamos viviendo, no hay alegría sin pañolería para nuestra masa sombría. La fiesta arrolla a todo tipo de aguafiestas que se interpone en su camino y todo intento de controlarla interesadamente es estéril. Por ello, ni las máximas traiciones pueden mermar su grandeza.
A las cinco de la tarde del 14 de julio, con la expansión de la noticia en reacción nuclear, la ilusión de la miurada se agotó antes de la entrada en la plaza.
- ¿Ya sabes que el premio no ha ido para Escolar, no?— La noticia volaba que no corría en los aledaños del Club Taurino de Pamplona.
- De la Feria del Toro solo han dejado el nombre…
Las palabras de un título glorioso que no perderemos jamás, se fundían con la música de las peñas que resonaban sobre cuerpos y almas agotadas como si fuese el primer día. Como si fuesen eternas.
¡Viva San Fermín!
Foto de portada: Escolares en el Gas. Pablo Lasaosa.