EL CTP EDITA 100 PÁGINAS TORERAS CON EMPRESARIOS ASUSTADOS, POLÍTICOS ESTORBANDO Y GOBERNANTES OBSTRUYENDO.
UN EJEMPLO, CUANDO ABUNDAN NOMBRES SIN ACTIVIDADES O EDICIONES QUE JUSTIFIQUEN EL TITULAR DE CLUB O PEÑA TAURINA
Pedro Mari Azofra (En atención a Emilio de Hita).
He pasado unas tardes impagables, sin amagos de siesta, con la publicación del Club Taurino de Pamplona-2020. Un alarde de valor, afición, buen gusto y diversidad que no tiene precio cuando este año se ha quedado Pamplona sin toros. Un ejemplo para tantos colectivos taurinos milongueros y de membrete, que no les queda más que el nombre, y para otros que han parado sus actividades “culturales” en una temporada sin festejos que no debieron faltar sus ediciones para mantener el contacto con aficionados, socios o bípedos curiosos que no se “incorporan” como asociados por evitar una cuota tercermundista de colaboración.
El primer repaso, un poco triste, ha sido para recordar a tres amigos con los que he compartido muchas horas taurinas en Pamplona y en otras plazas de Navarra, La Rioja y “territorios” cercanos. Han viajado sin regreso Emilio García, Jesús Zúñiga y Carlos Polite. No olvido al doctor veterinario Javier Lorente con el que compartí alguna tertulia taurina y fue devoto y cooperante del CTP como los tres “plumas” que además fueron directivos y presidentes en algún caso.
Las relaciones con Emilio y “Zuñi”, García me pasaba diez años y Jesús siete, se inician en los años sesenta cuando uno comenzó a visitar las fiestas y encierros de Pamplona y se podían dar algunas carreritas, sin que te atropellaran, y luego se intensificaron hasta ser amigos y compañeros de información, tertulias, jurados y cenas. Emilio toreó becerras en el campo y algunos novillos en festivales. Muchos años escribiendo de toros en “Diario de Navarra”, siempre apoyando a la torería foral a pie o a caballo y uno de aquellos chavales que, aparentando cumplimientos pietistas, toreaban de salón en un local de la pamplonesa iglesia de san Agustín: Su hermano Martín, Ramón Monasterio, San Miguel, Salinas, Goñi, Romerito, Urtasun…y el maestro Jorge Ramón Sarasa, lanzadera de Pablo Hermoso al toreo a caballo. Monasterio debutó en Logroño con Amadeo dos Anjos y Camperito de Salamanca en marzo de 1962. También lo vi alternando con El Trueno en Estella.
Las tertulias con Sergio Sánchez, Sarasa, Diego Puerta, ganaderos, toreros y taurinos diversos, en el domicilio del CTP como preludio para asistir a las corridas, traen recuerdos, discusiones y aportes inolvidables, vivos y espontáneos. Pasado.
Jesús fue torero de luces en numerosas novilladas “económicas” y con los montados. Toreó “toda Navarra” y hasta fue banderillero de Miguel Márquez en los inicios del malagueño. Pamplona le dio oportunidades toreando con picadores y hubo tardes que hizo concebir esperanzas de progreso torero a los paisanos.
De Carlos Polite, éramos quintos, debo señalar que no pude evitar leer sus crónicas aunque a veces discrepábamos algo. Fue un gran defensor del toro íntegro y bravo del que sabía más que las dehesas. Tres décadas en la radio, se inició con Zúñiga, “Navarra Hoy”, “Diario de Noticias”…con su lenguaje áspero, certero, satírico y ocurrente que ha dejado escuela positiva en informadores y rasponazos en los profesionales taurinos acostumbrados a la coba y el mamoneo. Personalidad.
Los dos fuimos y nos jubilamos de profesores estatales. A los dos nos entusiasmaba el flamenco del que hicimos crónicas durante años. Carlos se calentó con el “jondo” en la Universidad Laboral de Córdoba, donde los dominicos quisieron que “tomara” los blancos hábitos telares y encauzarlo a la vida religiosa, y yo, que a punto estuve de ingresar en un noviciado frailesco, ejerciendo en Sevilla y por amistad con la familia de El Lebrijano y Los Perrates. Los últimos años lo encontré un poco apagado pero era una bendición compartir barra con Polite. Inteligente, miurista convencido y a veces un poco…severo razonando ya que su querencia era torista sin contemplaciones ¡Hasta creyó que el público iba a aprender! El público no es exigente sino tolerante, orejero, aplaudidor y festero.
Los tres han dejado huella y hoja de servicios taurina que es lo importante. Sobra dialéctica y prosapia. Lo de toreando en el ruedo celeste y esas cosas que se intercalan en estos casos…está por ver, ya que ni Paquiro o Pedro Romero han venido a contarnos cómo anda por allí la fiesta. Prefiero la que tenemos aquí, con la COVID-19 incluida en el paseíllo y bozales en los tendidos y callejones.
El CTP vive con su nuevo presidente, Pepe Sevilla, y dando importancia a sus premios: Fotografías, banderillas, estocadas, varas, mayorales, conferencias, misas, rosarios, novenas, rogativas y la presentación del libro sobre Hemingway de Miguel Izu que es el más fundamentado y serio sobre el escritor americano y Pamplona cuando tantas chorradas, referencias e indocumentaciones hemos venido leyendo sobre don Ernesto, con el fin de relacionarlo en Pamplona con inventos y localizaciones interesadas o comerciales, a periodistas presumidos sin testimonio o fundamento.
La excursión para socios a Sevilla, por el patrón de Pamplona, un lujo. Miura, La Palmosilla, La Cepera de Fernando Sampedro, Partido de Resina, Las Monjas…esas excursiones animan y satisfacen con un par de autobuses y perfecta organización. Los clubes deben ofrecer alicientes y escenas a las que no se puede acceder por libre o
desde cualquier quiosco o chiringuito.
No falta el extenso espacio dedicado al centenario de la muerte de Joselito y los artículos sobre “El Rey de los toreros” con la documentación local del competente Koldo Larrea, que por afición y preparación merece un sitio en los medios taurinos de Navarra. Joselito, con Chicuelo, han sido base del toro y toreo moderno. El genio Pepe Luis Vázquez aseguraba en una ocasión: “Todos venimos de Chicuelo”.
Cecilio nos ameniza la historia con sus fotografías de solera y Esparza aporta localismo con los toreros modestos nativos o adosados y hace un lujoso derroche con estampas del varilarguero ablitense Chamaco y de su hijo, el matador de toros Javier Antón al que, tengo para mí, no se le ha dado la mínima cancha en su “patria”.
Hay muchas más páginas interesantes, como la destinada por Sabino Gutiérrez Bañares al vizcaíno Jaime Noáin, matador de los años treinta, la que documenta los festejos populares de la casta navarra que nos muestra Reta o la que Lore Monnig dedica a reseñarnos el historial y la cantidad de clubes, desde hace más de medio siglo, que hay o hubo en los Estados Unidos de América y visitan España.
El capítulo, bien ilustrado y didáctico, dedicado a los dobladores debiera ser una lección popular pero seguro que a nadie interesa y ni lo tendrán en cuenta los patosos y estorbones mañaneros. Ahí está. Se añade, como cultura taurina, unas citas de recuerdo a toros indultados. Está bien. Como las páginas del ínclito Purroy Unanua que implican instrucción, defensa y credenciales para estos tiempos que vivimos tan agresivos contra el toreo y sus ambientes.
Un lujo taurino, en esta temporada desmochada, que merece una ovación. La que yo quiero dar cuando acabo de disfrutar unas horas impagables. Sé, por haberlo promovido y luchado, sin interés alguno, el mérito que tiene echar adelante estas publicaciones. Nada tienen que ver con otras de mangazo, nómina o adulación. Que Tauro os lo pague con una buena feria 2021. La MECA no suele fallar.
La revista del Club Taurino de Pamplona, con el recuerdo a la muerte de Joselito, ha sido el latido más torero del norte en esta atípica y antitaurina temporada. Una oportunidad histórica para haber puesto en valor las clásicas citas feriantes del capotillo sanferminero, reja isidril, mantos virginales y otras menciones idólatras. Este año parece que el santoral estaba distraído o en la siesta. Pamplona taurina vive, siente, recuerda…mientras está esperando los clarines.