La vida es lucha y superación. Perseverancia y esfuerzo en busca de tus sueños. Esto es lo que nos hace mejores personas, sin envidias, sin maldecir de los demás que es el deporte español por excelencia, muy por delante del fútbol. Comprensión y caridad. Pero por desgracia, pocas veces tenemos ejemplos claros para difundir y presentar a todos los mortales. En especial a los niños y jóvenes, que tienen pocos espejos sinceros a los que mirarse. Y ayer, en Las Ventas, David Mora nos dio un claro mensaje a todos.
Pocos daban un duro por este matador hace no mucho tiempo. Confieso que a pesar de la cercanía que he podido tener estos dos últimos años, a ratos, en muchos momentos, yo mismo he dudado que esa pierna volviera a dejarle expresar su toreo. Un David luchador incansable e infatigable que siempre creyó que lo de aquella tarde de mayo se solucionaba enseguida. Aún recuerdo que el propio torero pensaba torear en Pamplona poco menos de dos meses después, porque tenía dos tardes y no podía fallar. Antonio, su apoderado, sabedor de la pasta en que están hechos, no en vano, él mismo es torero, escuchaba a David decirle que sí, que lo podía conseguir y estar para ello. Y claro, a quién haces más caso, al que se pone delante o al doctor, aunque sea el mismísimo Máximo. Aquello se fue alargando sin medida, y la lucha tornóse en agonía, porque se perdieron los compromisos, pero peor, la luz del final del túnel no aparecía.
Pasado el 2014, el 2015 fue un calvario. David y sus cercanos contra el mundo, y llegado junio, sin saber si se llegará o no a ver esa luz, la tristeza y él desazón parecían ganar la batalla. Los sobachepas y demás desaparecieron. Un David ausente, y malhumorado en la cercanía se enfrentó el pasado verano a su mayor batalla. Cedo, claudico o lucho, persevero. Ceder era cobrar el dinero del seguro. Los médicos le firmaban la incapacidad para volver a los ruedos. El circuito tenía nuevos ídolos a los que seguir. David Mora podía pasar al olvido, salvo de cuatro amigos como Juan Mari Idoate en Pamplona, por ejemplo.
América, y sobretodo, el sueño de un hombre por volver a la senda que en buen ambiente había dejado, pudo con todo. La luz del túnel llegaba a verse. Y con trabajo, y trabajo, y después, con mucho trabajo la vuelta al ruedo se hizo patente. En la cubierta de Leganés, con Jiménez Fortes de testigo presencial en el mano a mano montado, David volvió a pisar la arena. Sin repercusión mediática.
No se le ha hecho justicia en su regreso. Muchas ferias no han confiado en que estuviera preparado. Los medios principales como páginas web y revistas semanales lo han ninguneado. Para muestra un botón. El 15 de mayo en Nimes estuvo inmenso, pero todos los parabienes se los dan a chavales novatos que mal copian y pegan trallazos muleteros y estridencias capoteras sin sentido ni visión. Y uno de esos pocos toreros, que hoy en día son un rara habis porque no se parecen a nadie, sino que son ellos mismos, como el consagrado Talavante, o David Mora que torea como David Mora es silenciado en todos los medios. Con habla valenciana me dijeron que «es que David Mora no vende».
Ayer David Mora volvió a Las Ventas. Sin contratos veraniegos en su zurrón. El paseíllo fue toda una emoción para él. Temblaba. Hacía grandes esfuerzos para no derrumbarse en lágrimas. Y cuando le tocó en suerte a Malagueño, su primer toro en el retorno a Madrid, con una cuadrilla que le quiere a muerte, un Angelito Otero que lo bregó a las mil maravillas, un error de David en el inicio con una fuerte voltereta tras brindar a su recuperador médico, el Dr. Máximo García Padrós, David Mora toreó como es, y la justicia, que no es otra cosa que dar a cada uno lo suyo, iluminó el firmamento vital, no sólo táurico.
E igual que la injusticia se cebó con Fray Luis de León y tras años de ausencia volvió a sus clases, David Mora ha vuelto, y como aquel gran hombre ha pegado en toque claro y ha dicho «como decíamos ayer….»
Patxi Arrizabalaga
Foto de Paloma Aguilar para ABC.es