EL SUEÑO DE UNA TARDE OTOÑAL

EL SUEÑO DE UNA TARDE OTOÑAL

Con imparable «normalidad», al mediodía del día de la Hispanidad 2021, el Club de Taurino de Pamplona zarpó siguiendo la llamada de la Casta Navarra. En un mano a mano viajero con el espléndido Club Taurino de Estella, el autobús atravesó tres merindades del Viejo Reyno rumbo a la villa navarra de Corella.

Tras desembarcar sin novedad y con ilusión, al poco de pisar las rúas de la localidad ribera tuvimos la suerte de poder intercambiar unas palabras con Miguel Reta, siempre acogedor con nuestra entidad. El héroe ganadero luchaba contra las traicioneras tensiones de las horas previas y las enemigas varas largas que se afilaban una y otra vez. Nos contó, preocupado, que uno de los suyos se había astillado un pitón contra las paredes del desencajonamiento ribero. Los aficionados sabemos distinguir el astillamiento del afeitado y la presentación del conjunto serían las mejores palabras. Tras desear a Miguel la mejor de las suertes, enfilamos el coso corellano, no sin antes brindar con pacharán de la tierra en un bar de la villa.

Bajo la bandera y la imagen del Santo brindamos con pacharán por el triunfo de la Casta Navarra ¿ Sería Miguel Reta profeta en su tierra?

Corella posee plaza de toros con solera y el ambiente del festejo fue magnífico, el 12 de octubre de 2021 debe quedar como una fecha grabada en su centenaria historia. Asimismo, felicitamos al joven Javier Munárriz y su TauroNavarra por el buen hacer de empresa, él también había hecho heroica apuesta por el segundo festejo de Reta Casta Navarra. En el aforo se agrupaba la afición local junto con los hooligans de Miguel y visitantes selectos llegados de toda Navarra y de más allá.

 

La familia del banderillero Carlos Esteban alegró el tendido. La imagen no refleja la belleza natural de las criaturas.
Cecilio Vierge se escondía bajo la mascarilla de los paparazzi pero lo reconocimos. Compartió tendido con el patriarca Reta, cuya sonrisa era el presagio de lo que iba a acontecer en la arena corellana.

Miguel jugaba en casa pero sus novillos tenían que embestir, no bastaba con demostrar al mundo la existencia de toros inteligentes, como en Céret. La Casta Navarra estaba obligada, en la tarde de Corella, a dar un gran paso adelante para no rodar cuesta abajo sobre la legión de sus incondicionales.

Aguardantero, número 89, hierro de Alba Reta, colorado, escaso trapío, salió al coso bajo una expectación que no iba a tener declive en toda la tarde. Bajo unos terribles mugidos, remataba fieramente en los burladeros, ganó el terreno al capote de su enemigo humano y embistió alegre al caballo. Una alegría sorda se adueñó del tendido navarro; en el primer tercio del primer novillo, los rangs de Céret y sus pesadillas ya quedaron en el olvido. Esta primera vara fue espantosamente trasera y barrenada aunque ello no bastó para quitar el miedo a José Cabrera. En la segunda vara, Aguardantero embistió también pronto, aunque entonces demostró más sentido que bravura, acusando las feas heridas del primer encuentro y peleando muy poco. El segundo tercio fue adecuado con un buen tercer par de banderillas.

La salida del torico navarro Aguardentero y su comportamiento en el primer tercio deshicieron de un plumazo los malos recuerdos de Céret. Al fondo, la figura cabizbaja de un torero se dispone a intentar la faena. Los picotazos de terror no habían hecho mas que empezar.

El diestro y su miedo iniciaron la faena desbordados por el despierto animal, aunque el ánima torera del almeriense tuvo el gran mérito de recomponerse y logró rajar las duras embestidas de Aguardantero, quien le llegó a poner su pitón navarro en el pecho.

El almeriense José Cabrera defendió su muleta frente a las férreas embestidas de la Casta Navarra con todos los recursos que pudo emplear. FOTO: PABLO LASAOSA. NAVARRA.COM

Cabrera abrevió con un efectivo julipié y ahorró al de Reta, así como a nosotros, una muerte alargada como la que sufrieron sus primos mayores en la Cataluña francesa.

El matador obtuvo sentidos aplausos de la plaza, estropeando todo al dar una vuelta al ruedo por su cuenta. División de opiniones para Aguardantero en su arrastre, con mayoría de aplausos de los hooligans, que ya se hicieron los dueños del aire corellano.

El segundo novillo fue para Francisco Montero, quien hizo el paseíllo lesionado en dos dedos y con un vendaje en mano izquierda. El utrero se llamaba Veleto, número 82, hierro de Alba Reta, colorado, de mayores hechuras que el primero. Mugió, remató y embistió de salida, yendo al capote y al caballo como su hermano.

Los reta remataron fuertemente en los burladeros tras los felones y antirreglamentarios capotazos en tablas. El carpintero de Corella tuvo trabajo tras el festejo. FOTO: PABLO LASAOSA. NAVARRA.COM.

Montero lo puso lejos en la suerte de varas y se colocó la primera en su sitio, pero todo fue un engaño porque se perpetró la suerte de barrenar a mansalva a continuación. Veleto tuvo reacción de huida y se encontró con el picador de puerta quien le picó una segunda vez en los cuartos traseros (sí, han leído bien, en la penca del rabo). Se preparó un tercer encuentro y el reta acudió al peto, parándose ya enseguida. Entonces, con Veleto encampanado en el albero defendiéndose de la cuadrilla de Montero, el hilo comparativo con el festejo de Céret estaba enfrente del aficionado: ¿ Qué comportamiento hubiera tenido Veleto, con dos años más, al abrirse la puerta para el segundo picador en un coso tan pequeño como el ceretano? Cerramos el paréntesis y volvemos a la muleta del gaditano, la cual naufragaba y abroncaba al novillo con embestidas cada vez más cortas y más altas.

El gaditano Francisco Montero fue el segundo novillero que osó combatir con su muleta, aun lesionado, a la Casta Navarra. Asimismo, hizo todo lo que pudo o incluso todavía más. FOTO: PABLO LASAOSA. NAVARRA.COM

En la suerte de matar, Montero se hundió en el océano y acabó tomando el olivo. Su veterano subalterno le hizo de salvavidas con un gran capoteo que hizo humillar a Veleto para que el matador entrara con su espada por donde pudiera, como así fue.

Espada adelantada y mano izquierda atrasada: la antítesis de la suerte de matar. Viendo esta imagen, ya sabemos cuál va a ser el resultado.
Veleto no permitió a su matador torearlo y fue al desolladero con sus dos orejas, como todos los reta.

Aplausos para el de plata, división de opiniones para Montero y aplausos para el novillo desde unos tendidos que seguían con atención la Fiesta.

Los veteranos del Club Taurino poblaron los tendidos de Corella. El viaje mereció la pena ¡Ya falta menos para el siguiente! FOTO: PABLO LASAOSA.NAVARRA.COM
Los jóvenes del Club y los estellicas también estuvieron. Los primeros se hicieron notar en la parte de atrás del autobús donde montaron un buen jaleo.

El intermedio de la tarde tuvo entrañable sabor de eral. El elegido por Alba fue Ratón, número 97, noble, bello y abanto.

El efebo animal navarro buscó continuamente la salida, aunque embistió al novel Javier Poley, quien tuvo el honor de su lidia, cada vez que lo veía. Ratón tuvo que pasar por una triste ejecución antes de su gloria de morir eral en el ruedo.

La salida del tercer novillo fue aplaudida por su trapío, era Mogoncillo, número 82, hierro de Reta Casta Navarra, colorado oscuro y bocidorado, según la ficha. Mis ojos miopes vieron una capa retinta, como la que lució Llavero en Zaragoza en 1860, pero no el número, aunque desde La Tejería me confirmaron el guarismo. Las buenas maneras del novillo se confirmaron en el encuentro con dos varazos salvajes. Una tercera entrada al picador es una prueba inequívoca de bravura en un toro y Mogoncillo… ¡hizo la tertium! El novillo se paró pronto bajo el peto de los horrores, alanceado que no vareado, para no volver a recuperar movilidad. Frente a él acudió el curtido novillero Cabrera, a quien le perdió el terror que transmitía Mogoncillo parado.

Mogoncillo: novillo aplaudido de salida y en el arrastre.

 

Una muleta aterrorizada delante de un reta ya es tradición. El diestro volvió a demostrar su joven oficio estoqueando a la primera en la suerte del encuentro, suerte diferente que matar recibiendo, pero Cabrera siguió sin encontrarse ofreciendo un mitin de mandobles con el verduguillo.

Al joven torero el miedo le bloqueó el pensamiento y ya sonaban los avisos del réquiem del corral cuando sobrevino el milagro: el dedo de Cristóbal Colón señaló a la Virgen del Villar el desaguisado y la Patrona local descubrió el descabello y la muerte del encastado Mogoncillo. La mano quieta del buen presidente fue el factor humano del prodigio. El torero recibió discretos silbidos y el novillo grandes aplausos. Miguel Reta empezaba a sumergirse en la realidad de su sueño…

El cuarto novillo y quinto reta, de nombre Embustero, número 30, fue un precioso colorado averdugado de Reta Casta Navarra, ojo de perdiz, bocidorado, listón y del mismo imponente trapío de su hermano. Se respiró aire de corrida de toros. Con su pitón astillado, no solo mantuvo el poder desplegado toda la tarde en el primer tercio, sino que lo superó, siendo capaz de arrear un varetazo a Montero dentro del burladero. Los chulos ya habían empaquetado las banderillas negras que les habían hecho preparar por la mañana, como volvió a recordar Embustero con su embestida al jaco. El varilarguero de Montero también se superó pero en sentido tenebroso, desplegando todos los pecados capitales del arte de picar un toro. Añadimos que estos indignantes espectáculos deberían ser sonoramente protestados por los aficionados y no es así. Embustero cumplió entrando a la segunda vara y recibió, además, una breve tercera al relance. El reta se había reservado con el caballo y ya había avisado: nos asestó un susto impresionante en el primer par con un salto pasando las manos al callejón en pos del banderillero, quien con su agilidad en la caída evitó males mayores. El resto del segundo tercio fue una gymkana consistente en clavar una banderilla y correr despavorido. Sin tiempo para pensar, surgió la aparición de un exaltadísimo Montero que desafió a Embustero con una impactante fiereza que pareció intercambiar los roles hombre-animal. Atardecía el festejo cuando el gaditano consiguió crear el momento de máxima emoción de la novillada. Montero con su siniestra vendada intentó «sánchezvarear» a Embustero, pero no lo consiguió, obviando que lo que puede valer para vencer jugando a rugby no lo es en el toreo. Por momentos, temimos que acabase saliendo de Corella a imagen de Millán Astray. Hay que reconocer la ausencia de fortuna de Montero por la raza de embestida tan corta de Embustero y las rachas de viento con las que Eolo le castigó; en el final de su corajuda faena se desorientó totalmente y, tras cazar a Embustero con una media baja, desenvainó el descabello como si fuera un florete.

 

Montero y su valentía se perfilaron bien a la primera con Entrometido, pero en suerte natural…
…y el reta se le vino encima…, la opción de triunfo se había perdido aunque nos congratulamos de que el diestro no añadiera más lesiones a la que ya tenía en el paseíllo.
Ya en suerte contraria, Montero pudo acabar la tarde con el bajonazo de rigor. En su descargo, diremos que con Entrometido lo intentó.

Otra tradición que parece asomarse con la Casta Navarra es «la suerte del mosquetero». En un coso jaranero es posible que se le hubiera concedido a Montero una oreja, pero Corella estaba llena de aficionados que no podían premiar la mala muerte de un buen novillo.

Nosotros, por nuestra parte, aplaudimos en la salida a todos los valientes que aceptaron el reto de un paseíllo condenado al fracaso del hombre inexperto. Tras el último arrastre acaba el rito y olvidamos todas las felonías contra el canon.

Con los aplausos finales a Embustero, Miguel Reta pudo, al fin, dormirse en la realidad de su sueño, al que el destino no le puso lugar shakesperiano veraniego, sino navarro, foral y otoñal …

El festejo no perdió la tensión para el espectador ni para los coletudos en ningún momento, tal como aconteció en Céret, aunque con un resultado bien distinto para el ganadero : la práctica totalidad de las críticas publicadas por los periodistas especializados convienen en otorgar un triunfo a Miguel Reta. La parte de realidad que algunos quisimos ver en aquel 17 de julio francés, la pudimos contemplar gozosamente ampliada en Corella. El pasado 12 de octubre quedó demostrado que no solo es posible resucitar del pasado las corridas de toros de Casta Navarra, sino que la victoria contra los picotazos de terror puede ser un nuevo y necesario paradigma, presente y futuro, de la verdad de la tauromaquia.

Muchos pronosticaron que este camión no volvería a aparcar en una plaza de toros… Tras el triunfo de Corella le van a llover los «amigos» a Miguel Reta y es el tiempo para que nosotros nos hagamos a un lado. Nos congratularemos de que tome las decisiones acertadas con su ya mítica ganadería.

 

Respecto al reciente festejo en Torres de la Alameda (Madrid), aconsejamos la lectura de la entrada dedicada al mismo en el sensacional blog toreoenredhondo.

http://toreoenredhondo.blogspot.com/2021/10/la-corrida-de-arriazu-pero-que-es-la.html

 

 

Se difumina la pandemia, el local del Club ha reabierto reformado con unos excelentes profesionales y vuelven los viajes del Taurino. Nuestro presidente vuelve a sonreír ¡Se lo merece!

 

Este artículo ha contado con la colaboración especial del fotógrafo Pablo Lasaosa, quien nos ha cedido caballerosamente algunas fotos de gran calidad del festejo y a quien agradecemos efusivamente su gesto.

Pablo Lasaosa
(+34 666 39 11 98)
Fotógrafo – Photographer
 

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