LOS BÁRBAROS ASEDIAN LAS ISLAS BALEARES

Conforme a sus estatutos y respondiendo a la personalidad apolítica del Club Taurino de Pamplona, ningún partido ni ideología políticas son citados en este artículo.

Tal como crónica de una muerte anunciada, el actual Parlamento Balear ha procedido a subir el penúltimo escalón del cadalso de la tauromaquia en esa Comunidad. Ningún aficionado informado ha podido sorprenderse por el anuncio de la aprobación de la proposición de ley de “corridas de toros sin sangre”. Este patético cambio normativo, anunciado a bombo y platillo tras las últimas elecciones, está ya encima de la mesa y va a marcar el futuro inmediato de la Fiesta en dicho territorio insular.

Para quien no tenga conocimiento de esta nueva legislación, le resumimos sus principales puntos. Advertimos que algunos de ellos son tan disparatados que no producen indignación sino carcajadas:
-Limitación a la salida al ruedo de tres animales por festejo, siendo de diez minutos el tiempo máximo de permanencia en la arena de cada uno.
-Prohibición de infligir lesiones físicas y psíquicas al animal. Por consiguiente, desaparece el uso de varas, banderillas y estoques. El torero sólo puede usar capote y muleta.
-Un veterinario realizará un examen al final del festejo para acreditar la ausencia de daño físico y psíquico en el animal, supuesto que se penaliza con multas que pueden llegar a los 100.000 euros.
-Realización de controles antidopaje en toros y toreros.
-Tras el festejo, los animales deben retornar a la ganadería de origen.

Todo el que entiende de la realidad de la Fiesta puede aventurar qué es lo que realmente va a ocurrir cuando este engendro tenga rango de ley en vigor. Los festejos taurinos van a desaparecer de la Comunidad Balear y es evidente que se trata del auténtico objetivo de los promotores de esta iniciativa. Sin duda alguna, un acto realizado conforme a estas reglas insustanciales sería un espectáculo de tipo circense que en ningún caso podría corresponder a una lidia o corrida de toros bravos.

La reacción legal contra esta bastardía de ley ha sido inmediata, con el gobierno estatal en primer plano promoviendo un recurso al Tribunal Constitucional.Tristemente a la espera de la solución jurídica definitiva, la impresión es que a la tauromaquia en territorio mallorquín le queda el breve tiempo de subir un escalón. Esta ley “sin sangre” ha sido una jugada hábil de estrategia del lobby antitaurino y no reconocer la eficacia de la maniobra puede conducir al mundo del toro a derrotas más dolorosas todavía.

En el Club Taurino de Pamplona ya hemos denunciado la politización de la fiesta de los toros que inunda nuestro tiempo. La tauromaquia está abierta a todos y todos, rojos, azules o morados, tienen el derecho a apasionarse por ella. Y recordamos una vez más el pensamiento del filósofo Francis Wolff: los bárbaros no son los que sacrifican animales dentro de un ritual sino los que destruyen la cultura y el arte que no pueden comprender.

En estos cosos mediterráneos debe oírse el mismo grito de guerra lanzado en la ejecución de la Monumental de Barcelona, cuando la unión sellada en los aficionados tras la injusticia, aseguró que aquel festejo era el último de una época y no de la historia.

Los bárbaros vienen, arrasan y se van.

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