Noche mágica ¡Qué noche la de aquel año!
Toda una vida dedicada a su pasión, los toros. Toda una vida en busca de un sueño: ser figura del toreo. Toda una vida que deja principalmente amigos a espuertas. El 16 de marzo de 2017 quedará grabada en los anales del Club Taurino de Pamplona como una fecha mágica. Todo ocurrió.
Tras la decisión de Francisco Marco al terminar la pasada temporada de colgar los trastos y pasar a la calificación de matador retirado desde la dirección del Club estaba más que claro que había que agradecer a su socio de honor el esfuerzo, la lucha, la perseverancia, el trabajo, el saber estar, y por encima de todo, la amistad hacia un hombre, hacia aquel niño que siempre tuvo en esta sociedad seguidores, partidarios, forofos, y sobretodo amigos, y no quedaba otra que reconocérselo. La Junta puso en marcha, dentro de sus jueves taurinos, un trabajo social en pos de lograr reunir a todos los posibles e imposibles. Y ocurrió, que ayer, se logró el milagro. Estuvieron todos. Estuvimos los que teníamos que estar, y Francisco soñó.
Amigo, ni en mis mejores sueños hubiera pensado este día, este agradecimiento, decía el bueno de Fran a eso de la 1 de la madrugada. Amigo, uno recoge lo que siembra, y te lo mereces.
Todo comenzaba a las ocho de la tarde, con un salón hasta las cartolas, sin más sillas y con personal a pie porque todos querían estar allí. Francisco se destapó con el micrófono y habló con el corazón desde su más tierna infancia hasta la noche que le sentaba ante todos. Amable, sentida, el silencio se mascaba a cada pausa que el estellica tomaba resuello para dotar a su verbo de la grandeza de una persona, sobretodo, agradecida. Agradecida a su pasado, a sus ancestros, a tantos que confiaron y creyeron, a los que le enseñaron y le siguen enseñando. En definitiva, a la vida. En primera fila, 17 personas de las muchas principales que había daban un toque diferente a la sala. Allí, matadores como Sergio Sánchez, Paulita, Pablo Simón, Lalo Moreno, Javier Antón, novilleros como Paco Expósito y El Luri, subalternos como Manolito de los Reyes, Venturita, Juan Carlos Ruiz, Piquillo,el piquero Juan Manuel Sangüesa, Cecilio Segura, su mozo de espadas David, su apoderado Manolo de los Reyes, y otros compañeros más, tomaron uno a uno la palabra para dejar bien a las claras un agradecimiento a una persona con un común denominador para todos: su bondad.
Y aún quedaban más sorpresas. El conductor del evento llevó al centro de la sala al torero porque hubo gente que quiso venir y no pudo. Pero hoy en día, la tecnología hace de lo antaño imposible, lo más normal. Apagáronse las luces y del televisor comenzaron a pasear amigos del alma con Julio Espadas, Fernando Moreno desde la estación de Milán, Iván Fandiño con amor y admiración, Cortés desde Sevilla, sus hermanos, su madre, el maestro Hermoso de Mendoza desde México, hasta el maestro Curro Romero desde su casa como padrino de su alternativa. La sala emocionada, enmudeció. Y el diestro apenas se sostenía en pié. El socio Goñi, con verbo atinado habló de parte de todos los socios, Zúñiga dejó su sello como maestro de esto. Amigos venidos desde Albacete intentaban articular palabra y no podían. Polite cerró el primer acto recordando la tarde en que mojó la oreja en Pamplona a Ponce y El Juli, recordando aquella tarde con los bureles de El Capea.
Llegaron las fotos, las charlas en el bar, mientras el salón de actos se convertía en comedor bullicioso donde el no hay billetes campaba a sus anchas para desespero del personal del bar, desbordado por el aumento de las propias listas. Pero todo se pudo. Era noche para ello.
Y cenamos. En alegre armonía. Personal que no pudo estar antes pidió volver a ver el vídeo. Y lo tuvieron. Francisco, en su casa, a sus anchas, paseó por todas las mesas. Charló con todos. Fue sentándose en cualquier esquina. Con todos estuvo y a todos atendió. Y es que estaba en una nube. Tras los postres, y al café, unas palabras más, el regalo del Club, un hermoso cuadro de plata de San Fermín con la leyenda de tus amigos del Club, y a seguir disfrutando. Porque eso ocurrió. Fue un día de goce y regocijo. De los que, a juicio de los asistentes no se pueden olvidar. De los que un Club se nutre y debe repetir. Pero todo va en sintonía con el personaje. Y él se lo merecía.
Un menda, agradecido de haber podido formar parte de todo, en pos de ver la cara feliz de un hombre que ayer demostró que tiene muchísimos amigos con los que contar. Y lo sabe.
Con cariño, Patxi