En Cizur Mayor ha caído la última de estas tormentas “democráticas” que se abaten sobre los festejos populares de vaquillas. Habida cuenta de que más de uno de estos regidores ha salido corneado y volando por encima de la talanquera, los responsables de este último desaguisado no han querido luz ni taquígrafos. En esta ocasión, el “referéndum” de turno ha sido pergeñado en su totalidad a través de la Red. No dudamos en absoluto de la honestidad de técnicos y funcionarios, pero este sistema no garantiza el sufragio puesto que, en la práctica, una persona puede votar por varias si conoce sus datos personales. El resultado oficial ha sido el de una participación del 18%, con un 51% posicionado contra la suspensión del acto taurino y un 49% favorable a su mantenimiento. Establecer quién ha ganado es evidente. Establecer qué se ha ganado es complicado.
La participación ha sido mayor que en anteriores convocatorias de esta calaña (1) y tiene como mejor explicación la naturaleza informática del proceso de participación. El ayuntamiento no ha aportado el perfil social de los votantes, un dato muy interesante para valorar la experiencia. A pesar de que el de Cizur ha sido el “referéndum taurino” con mayor participación, el porcentaje absoluto de participación es muy bajo y la principal respuesta social es el desprecio de la mayor parte de los vecinos hacia esta iniciativa ejecutiva de su ayuntamiento, tal como ha sucedido en otros municipios. Podemos presumir que, tras la liquidación del festejo taurino, la “democracia” y los “referéndums” serán sustituidos por ordinarias resoluciones municipales. Ignoramos qué actividades festivas van a sustituir a las vaquillas en la localidad, pero sí sabemos que nada será capaz de convocar a tantos vecinos en comunidad, al aire libre, como este tipo de festejo.
Es posible que, el desgraciado accidente acontecido en las fiestas del año pasado, haya condicionado la opinión de algunos vecinos. Debe tomarse en consideración que los accidentes forman parte de la vida en todas sus facetas y que, no pocas actividades lúdicas postmodernas, arrastran tras de sí consecuencias dramáticas que son asumidas por la sociedad de hoy.
Las tradiciones, la cultura y el arte, no son susceptibles de creación por los sillones de mando de las instituciones. Cuando es así, les debemos cambiar el nombre y llamarlos de otra manera. Por ejemplo, borreguismo.
Los festejos taurinos en Cizur Mayor no han sido suspendidos por “decisión de la ciudadanía”, sino que han sido prohibidos por una decisión autoritaria disfrazada de democracia.
1. Ver el artículo “Si te ha pillau la vaca…”, en nuestra página web.