Feria de Tafalla. 17 de agosto. Toros para rejones de Rosa Rodrigues para los caballeros Pablo Hermoso de Mendoza, Sergio Dominguez y Jacobo Botero.
Toros de encaste ‘murube’ tal y como piden los caballeros por su tranco y su embestida, tan apta a las lides del toreo a caballo, y como es preceptivo, casi ley, cada vez que la figura del arte de Marialva actúa en una plaza. Bien presentados en cuanto a trapío, de plaza de primera, excesivamente romos la mayoría, en el arreglo que se efectúa para este acto.
La tarde venía con sol suficiente para no necesitarse chaqueta, ambiente familiar, con mucha juventud de pantalón corto y mucha falda bien plisada, y todo apuntaba a que íbamos a ver la mejor entrada de la feria. Mucho revuelo alrededor de las dos docenas largas de caballos que rodeaban el interior de las galerías de la plaza. Se estrenaba como asesor artístico el nuevo presidente del club taurino, Andrés Baztán. Asesoraba a la derecha de la presidenta el veterinario Antonio Puig. Empezaron poniendo muy bajo el listón dando dos orejas de regaliz a Sergio Dominguez, recibieron bronca por no dar el rabo en el cuarto a Hermoso de Mendoza, y recibieron la mundial al no conceder la segunda oreja a Botero en el sexto, y así salir todos por la puerta grande. Y es que el personal solicita premios por comparación. Normal. De esto, quitando a los profesionales no saben cuatro. No cuento entre los cuatro a Fernando Moreno porque lo considero profesional. Viendo manejar en el calentamiento a Pablo, antes de la corrida me comentaba que le daba una envidia verlo que para qué. Y es que el estellés parece tener conectada su mente a la de sus caballos.
Pablo Hermoso de Mendoza, que contó con la presencia de casi toda su familia, fue recibido de manera fría (ahí queda demostrado el poco conocimiento que tiene el público de rejones que tienen que ver a los otros para darse cuenta de lo que tienen en casa) pero empezó a lucir su cuadra desde el inicio. Manso el toro, le vale para realizar su fácil y sencilla tauromaquia, a ojos de profanos, claro está. Pierde en los aceros de muerte toda posibilidad de oreja. Y queda silenciado en su primero. En el cuarto, el del bocata, con la cuadra estrella con Disparate a la cabeza, ante un toro grandón, fuerte pero manso, realiza la faena de la tarde, siempre intentando superarse. Mata casi entera trasera arriba, y mientras salta del caballo y Pirata, el caballo que más toros ha matado en la historia, se va hacia el toro, rueda sin puntilla y la locura se desata. Dos orejas con una gran petición de rabo.
El calagurritano Sergio Domínguez, con paisanos arropándole en las gradas hizo una faenas más bien bruscas. Torea con fuerza las banderillas, se deja llegar, siempre a cola de caballo, con dos toros que funcionan, buen lote, trotón, con tranco,, en dos faenas muy clónicas donde despliega todo su saber ante el permiso de los toros. Estuvo bien en todo momento, correcto, con ganas, voluntad, dejándose llegar. En el primero de su lote, pasa al rejón de muerte y de lejos dispara, con la fortuna que entra entero, contrario y escondido entre las banderillas, y el toro rueda con prontitud. Oreja, petición fuerte de la segunda que concede el palco en el único error que cometió. A partir de ahí, y por comparación, debía haberse concedido el rabo a Hermoso en el cuarto, y también las dos orejas a Botero en el sexto. Hubiesen sido dos errores más, pero… En el quinto Domínguez no pudo rematar la tarde al dar un mitin con el rejón de muerte, al rodar el toro a la octava entrada, tras siete pinchazos acelerados y de mal estilo.
Jacobo Botero era el gran desconocido para todos. Este chico, natural de la ciudad de Armenia sita en Colombia descolocó al público, sobretodo al más entendido porque todos pensaban que era algún nuevo apadrinado de Pablo. En chico que lleva desde niño limpiando caballos, trabajando de sol a sol, con una afición sin medida, y por no tener posibles se ha criado en la casa portuguesa de Rui Fernandes, rejoneador que le apadrina, apodera, y lleva ante la pujanza y las ganas del chaval. Está verde. Pero tiene talento. En el tercero no pudo con un corretón que le cerraba el círculo a la espera de tirarlo, y nervioso no estuvo a la altura. Pero en el sexto, el joven colombiano hizo una faena a más, fue creyendo y estando entero y firme en el coso y dio un gran remate a la tarde, que estaba ya fría, con viento, sin sol, y necesitando chaqueta. Consiguió en banderillas templar la fuerte embestida del sexto hasta convertirla en un tranco cansino, y colocó don banderillas al violín con gusto, y mucha exposición en el segundo. Mató a la primera entera, que el toro acusa aunque se queda tragando la muerte un segundo más del debido porque la presidencia no concedió la segunda oreja.
Tarde de fiesta que el público generoso y desconocedor quiso llevar en volanda a los tres caballeros. Visto lo visto debió ser. Si me preguntan por los trofeos, esto hubiese dado yo:
Sergio Dominguez, vuelta al ruedo en vez de dos orejas que se dieron.
Hermoso de Mendoza, las dos orejas concedidas y no el rabo que se pedía.
Jacobo Botero, la oreja que se llevó.
Por tanto, de un primer error, se podían seguir produciendo más. Y por comparación así debieron haberse producido, pero lo duro, difícil y complicado que es estar arriba queda patente. Debieron recapacitar del error, pero tanto Andrés como Antonio se mantuvieron firmes, y chapeau a su entereza. Lo fácil es ser un bobo y empezar a tirar pelúas por doquier. Mejor ser un tonto. Enhorabuena por ello, y bienvenidos al club.
Patxi Arrizabalaga