Crónica de la tarde del 16 de agosto en Tafalla, escrita escuetamente por Ignacio Martínez Alfaro:
Seis toros de Saltillo. Bien presentados. Mansos en diferentes grados. Prontos al caballo en general. Se les pica.
iván Vicente anodino en su primero y voluntarioso en el cuarto. Torea despegado, descargando la suerte. Con los aceros mal. Silencio y palmas cuando saluda.
Damián Castaño. Horroroso. Para cortarse la coleta y dedicarse a otro oficio. Amedrentado, cobardón, sin pundonor alguno. En ambos dio un mitin con los aceros. En el quinto, el 39, que se hizo el amo de la plaza, lo mató de media docena de puñaladas en el brazuelo, entrando a paso de banderillas y sin cuadrar. Una docena de des cabellos acabaron con el marrajo. Las peñas se chotearon cantándole «Había una vez un circo…» en pleno quinario.
el local Javier Antón se acopló bien a su lote y realizó dos faenitas de una sucesión de pases sueltos, algunos de mérito. Sin aliviarse con el pasito atrás estuvo digno. Con los aceros pinchó sucesivamente arriba.
Los Saltillo, bonitos, de gran trapío, decepcionaron, atesorando demasiada mansedumbre. C’est tout.
Esto me pasaba el amigo Nacho tras la corrida, y la pequeña charla que pudimos mantener mientras estábamos en la cola que se monta a la salida de la plaza porque los señores de rojo retienen a todo el mundo a la espera que las peñas hagan el recorrido completo hasta llegar casi a cuatro esquinas. Y por bastante atinada, a resultas que la colgamos porque, como buen aficionado, escribe, anota y así no olvida, ferias que unas adormecen, otras nos dejan iracundos, y algunas, como la de Tafalla nos mantiene en alto el interés. Y ayer, ya desde la mañana en el apartado, vivimos cómo se mascaba la tarde. La sugestión humana manda sobre todo, y lo sufrimos porque los profesionales no querían enlotarr el 39, hermosísimo ejemplar y se negaban a pesar de la firmeza de la empresa y las amenazas de la autoridad. Un toro que no querían porque se emplazó en el desencajonamiento y costó Dios y ayuda que entrara a los corrales. Y eso, al profesional que llega afecto a todo, asusta. Y pone pegas. Y dice que es mejor para el público que ellos estén agusto en la plaza. Y que ellos dén espectáculo. Y que ellos deben ser respetados. Y que ellos…. Ellos lo que no entienden ni saben es que Tafalla quería ver al 39. Y mucha gente fue a la plaza a ello, y por eso surgió el había una vez un circo… desde las peñas. El público soberano actúa como masa, se enfada, aplaude, jalea, o canta lo que concede a su buen entender. Y a veces, el pueblo es sabio. Y eso es lo que hay que respetar. Y en la tarde lo mejor salió del local Antón, y no puedo dejar de destacar lo mejor de la tarde, que fue los dos pares de banderillas que colocó al sexto de la tarde su banderillero José Otero. El pueblo en pie aplaudió a rabiar su labor.
Interesante. Muy interesante está resultando esta corta feria. Porque las cosas, desde la empresa se están haciendo muy bien…. Ahora, los rejones de hoy y los Carriquiri de mañana serán Lo que sean.
Patxi Arrizabalaga