El colectivo de pésima urbanidad y siglas de tebeo que la emprendió a cacharrazos contra los inocentes cristales del Club Taurino, se denomina a sí mismo como “antiespecista”. Habida cuenta que se trata de un término no recogido en el diccionario de la RAE y de aparente reciente invención, cada cual lo puede usar dentro de su libre albedrío. Un servidor también se declara “antiespecista”, en el sentido de oponerse a que se diluya la Humanidad en un magma reduccionista de especie biológica.
La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad son patrimonio del Homo Sapiens, mientras que la bestialidad, la rumiación herbívora y la embestida violenta a todo aquel que invada su territorio pertenecen al animal más majestuoso que ha pisado el planeta: el Uro (Bos Taurus Primigenius). Los conocimientos sobre el uro son muy escasos y sus manadas perviven como un mito zoológico de los primitivos bosques y llanuras indoeuropeas. Hoy en día, todo el espectro de las diferentes razas de bovinos del mundo se engloban en la especie Bos Taurus, a la que puede considerarse una degeneración biológica, por la acción del hombre, a lo largo de milenios de domesticación. El desarrollo de la tauromaquia en nuestra península ibérica ha permitido conservar, hasta hoy, el espectro genético de la bravura del Bos Taurus Primigenius y, por ende, su fundamento natural como especie.
Estas disquisiciones forman parte del corpus literario y científico de la tauromaquia, la cual posee anaqueles llenos de libros desde hace siglos. En el otro lado tenemos a los Homo Sapiens que se han hermanado con los tiburones Sphyrnidae , los cuales parece que han renunciado a la lectura para conciliar el sueño y nadan maza en mano por las calles de madrugada. El uso de una herramienta maciza es una suposición, acaso optan por asestar los golpes con sus mismas cabezas.
Otra especie animal es la cabra (capra aegagrus hircus), la cual acompaña al Homo Sapiens desde el comienzo de los tiempos. Su condición tan próxima a la Humanidad ( para el Frente de Liberación Animal en un orden íntimo) ha hecho que forme parte del acervo popular. La hembra se asocia con los saltos inopinados y la locura mental; el macho es considerado siniestro y diabólico, siendo sinónimo del ataque traicionero por la espalda. No sería de extrañar la reivindicación de la limpieza de su linaje por la impetuosa camaradería animalista.
Tras la airada conversación del FLA con nuestros cristales, variados colectivos socio-políticos llamaron a un “diálogo” más sosegado sobre la “necesaria” “evolución” de la tauromaquia. Estas voces viperinas son más perniciosas, en todos los órdenes, que los fogosos maceros noctámbulos. Son serpientes que comparten su mismo objetivo, con fines más instrumentalizados.
Los aficionados a los toros nos encontramos sumergidos en una guerra indeseada contra un movimiento de prohibición, totalitario y politizado, de la tauromaquia. Se trata de una corriente ideológica movida por fortísimos intereses económicos, los cuales deben ser cada vez más evidentes para el ciudadano de a pie. Toda ideología creada en la mente de los Homo Sapiens termina germinando auténticas monstruosidades y ahogándose en el absurdo. Una ideología como el animalismo alcanza rápidamente dichas cotas.
Mientras tanto, los animosos socios del Club Taurino nos defenderemos como bien podamos de tiburones, machos cabríos, serpientes, políticos sin escrúpulos y enajenados.
Fotocomposición sobre original de Polyp.