La noticia de la cogida llegó con la velocidad de las ondas al Club, mientras muchos de sus socios veían la corrida de la Cultura de Madrid. Tras unas primeras e inquietantes informaciones, los teléfonos móviles comenzaron a temblar y las palabras se convirtieron en un instrumento inútil para consolarse. El bravo torero Iván Fandiño había sufrido una cornada mortal.
Los seres humanos no podemos comprender estas cornadas sangrientas que asesta la vida. En un momento histórico crítico para la Fiesta de los toros, vuelve a suceder una tragedia sobre la arena sin que el desarrollo tecnológico haya podido impedirlo.
Decir que Iván Fandiño ha sido un gran torero que ha engrandecido la tauromaquia de su época, es decir la verdad. La verdad con la que toreaba y con la que ascendió desde recónditas capeas hasta las cumbres del escalafón.
Iván ha sido un orgullo para el aficionado y seguirá siendo una luz para la Fiesta en el Cielo.
Las leyes divinas son inhumanas.
Borges.